Aunque
hay historias que es mejor olvidar, en algunos casos, el olvido puede ser
peligroso y dejar que se vuelvan a cometer los mismos errores. Y, aunque
durante la II Guerra Mundial, los campos de concentración, donde tuvo lugar uno
de los mayores crímenes cometidos contra la humanidad, estaban situados en
varios países (Austria, Alemania…), en Polonia se situa el más conocido:
Auschwitz-Birkenau.
A
mi vuelta de Polonia, muchos me preguntaron si fui capaz de visitar Auschwitz.
Sin duda, este lugar no deja indiferente a nadie y, visitarlo te permite
entender mejor muchas de las cosas que uno puede leer sobre los campos de
concentración y lo que allí pasaba durante la II Guerra Mundial.
Para
mi, hubo un antes y un después de conoce Auschwitz y, los ojos con los que leo
ahora cualquier historia sobre la II Guerra Mundial en relación con los campos
de concentración y, en especial con Auschwitz es muy distinta.
El
día anterior a visitar Auschwitz había estado recorriendo las calles de
Cracovia y, visité el gueto de Podgorze, en el barrio de Kazimiertz. Este gueto
fue creado por los Nazis en 1941 para sacar a los judíos del centro de la
ciudad. En él tuve, además, la suerte de darme un paseo por la fábrica de
Schindler (gracias a la cual se salvaron de la muerte miles de judíos y,
conocida por la película dirigida por Spielberg “La lista de Schindler”). Tras
agrupar a los judíos en guetos, estos eran llevados a los campos de
concentración. Allí, los prisioneros eran separados entre los que, según los
dirigentes nazis que realizaban la selección, no servían para nada (que eran
llevados inmediatamente a las cámaras de gas; y, los que tenían alguna utilidad
(y, se les permitía el "lujo" de vivir en condiciones infra-humanas
un tiempo más). Pero además de seleccionar a las personas, también se las
etiquetaban. Cada prisionero de los campos de concentración portaba en su roma
un símbolo que determinaba su condición (judio, homosexual, preso político...)
Barrio de Kazimierz |
Barrio de Kazimierz |
Barrio de Kazimierz |
Barrio de Kazimierz |
Códigos usados por el ejército nazi para clasificar a los prisioneros |
Auschwitz
está dividido en dos partes. La primera en construirse fue Auschwitz I, situado
en la localidad del mismo nombre, a unos 70
km de
Cracovia. Decidí visitar este lugar sola y, creo que fue una idea muy
acertada porque, uno necesita un tiempo consigo mismo para digerir todo lo que
allí había. De antemano, había leido que, si bien inicialmente, esta parte del
campo de concentración fue construido como cárcel para los presos políticos
polacos, más tarde albergó a miembros de la Resistencia, gitanos, homosexuales
y judíos.
Era
un día soleado de finales de Septiembre del año 2011, la temperatura era
agradable y, eso hacía que al llegar a la primera parte del campo de
concentración fuese más fácil contener las emociones. Auschwitz I me recibió
con algunos grupos de turistas pero, a pesar de eso, es fácil permanecer
aislado y dejar que el lugar te encierre en su propia historia. La construcción
de esta parte del campo de concentración se inició en 1940 y, más de 70 años
después sigue recibiendo a los que allí llegan con ese mensaje situado encima
de la puerta de entrada que dice “el trabajo hace libre”.
Aun
sabiendo que uno puede entrar y salir cuando pueda, o recorrer los distintos
rincones del campo en completa libertad los alambres con pinchos, que en los
años de la II Guerra Mundial estaban además electrificados, invitan a cambiar
la ruta y alejarse de ellos.
Hace más de medio siglo que la muerte salió del Auschwitz I pero, sin embargo, aún no se han borrado sus huellas y, mientras uno pasea por el exterior se va encontrando con las horcas, la pared de fusilamiento y… un barracón que en su día fue una cámara de gas. No son más que cuatro paredes, sin ventanas, oscuro, frio, vacío y, sin embargo cada esquina, cada trozo de pared grita muchas historias que pusieron fin en ese lugar.
Zyklon B (pesticida elaborado a base de cianuro, usado en las cámaras de gas) |
Cámara de gas |
Desde
el interior de los barracones se ve el día soleado, el cielo azul, el verde de
los árboles, se oyen a los pájaros cantar pero, dentro… todo es siniestro. Cada
parte de este lugar que, hoy en día es un museo sobre Auschwitz-Birkenau,
cuenta cada una y, seguramente no todas, de las atrocidades cometidas durante
la guerra. Las fotos de personas de mirada triste, bajo una delgadez extrema,
vestidos todos igual (el famoso pijama de rayas) y con la cabeza rapada pone caras
al terror. Cada una de las vitrinas que muestran los distintos objetos que el
ejército nazi quitaba a sus víctimas (quizás lo único que les quedase después
de que les hubiesen quitado la dignidad) hacen recordar y poner imágenes reales
a los hechos que uno tantas veces ha leído en los libros: objetos personales
(gafas, prótesis, peines…) zapatos, juguetes, el pelo… y, las maletas. Maletas
que aún conservaban los nombres y las direcciones de sus dueños y, que uno se
pregunta si alguna vez consiguieron recuperar la libertad o, si al igual que
las maletas, nunca más salieron de aquel infierno.
Entre
las salas del museo, también encontré un rincón para avergonzarme de la Ciencia,
o más bien del afán que invade a algunos científicos de encontrar respuestas
sin importar por dónde hay que pasar para conseguirlas, todo representado por
ese médico atroz llamado Mengele y sus experimentos usando personas,
especialmente niños gemelos.
Cuando
sales de esta primera parte del campo, uno ya ha conseguido poner tanta
realidad a lo que está escrito en los libros sobre Auschwitz y la II Guerra
Mundial que, a pesar del día soleado, por dentro uno se siente sumergido en un
estado entre la tristeza y la reflexión.
En
la segunda parte del campo, situada a 3
km de esta
primera, conocida como Auschwitz II (Auschwitz-Birkenau) no quedan apenas
restos de lo que fue. Salvo la torre de control de la entrada que te da la
bienvenida y algunos barracones originales, el resto fue destruido por el ejército
nazi antes de la llegada de los aliados para evitar dejar pruebas de lo que
allí ocurrió.
Si
la primera parte de la visita a Auschwitz-Birkenau te “habla” de la parte más
personal de los que allí estuvieron, la segunda parte “cuenta” cómo tuvieron
que vivir. Las condiciones de hacinamiento, barracones mal ventilados y a la
vez mal aislados, letrinas sin un sistema de evacuación…
Resulta
anecdótico que, en esta zona de Auschwitz-Birkenau se ubicaba el llamado “campo
familiar” en donde había familias y, los niños no eran ejecutados por “no ser
útiles”. Pero, indagando en los libros de Historia se encuentra la explicación.
Los nazis usaron esta parte del campo de concentración para “vender” a los
Supervisores Internacionales que Auschwitz no era un campo de exterminio, sino
un campo de trabajo y, así, acallar los rumores que había sobre los crímenes
humanos que el ejército nazi estaba cometiendo en Austchwitz.
Salí
de Austchwitz sin saber verdaderamente cómo contar lo que allí sentí. Y, a día
de hoy, aunque puedo relatar qué me encontré, aunque puedo mostrar las fotos
que hice con la tarea malograda de intentar reproducir lo que mis ojos estaban
viendo, sigo sin poder contar lo qué es Austchwitz, porque uno tiene que estar
allí para dejar que el propio lugar te cuente lo que allí sucedió.
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