A veces, la vida va tan deprisa que uno no tiene tiempo de pararse en el camino para situarse en el mundo. Una de las mejores cosas que me dio el Lago Baikal fue tiempo para pensar y situarme lejos de Internet, teléfonos móviles, televisión, periódicos...
Todos mis entretenimientos para los ratos de descanso en el Lago Baikal
Todas las tardes, tras pasar la mañana trabajando en el camino, me sentaba sobre las piedras del suelo, a orillas del lago. Allí, sin otro ruido que las olas y, algún que otro mosquito acechando a mis venas, reflexioné sobre la vida como científico.
A la orilla del Lago Baikal. Excelente lugar para pensar.
Los que estamos metidos en este mundillo, siempre nos preguntamos lo mismo: ¿por qué sigo aquí? La vida de un post-doc español, por norma general, se planifica de dos años en dos años. Tus planes de vida tienen fecha de caducidad y, cada dos o, si eres afortunado, tres años, se renuevan.
Lo más duro siempre es dejar atrás a los amigos que, en el extranjero, son como tu familia. Por suerte siempre te llevas lo mejor de cada uno y, además, algunos se instalan para siempre en tu vida. Pero, a pesar de todo, siempre haces las maletas mirando a ese lugar que tanto añoras, pensando que, algún día, harás la maleta para volver allí donde hay algo de ti que, te niegas a llevarte contigo porque te resistes a decir adiós a ese pueblo donde creciste, a esa ciudad en la que tantos buenos ratos pasaste... Esa ciudad o pueblo a la que, cada post-doc pone nombre propio: Sevilla, Nerva, Toledo, Madrid, Ciudad Real, Vigo, Santiago, Irún, Zaragoza, Guijuelo, Salamanca, Monterrubio de Armuña, Valencia...
Uno de mis rinconcitos de España (Monterrubio de Armuña-Salamanca)
Muchos podrían decir que, si tanto añoramos nuestro rinconcito de España, ¿por qué nos marchamos? Pues bien, la Ciencia es como una carrera de fondo. Una carrera que se desarrolla por los caminos de una montaña. Hay momentos difíciles pero que, sabes que una vez superados, el camino se pondrá de tu parte. Hay otros momentos en los que, encuentras tantas obstáculos que, pareces no avanzar. A veces, te tropiezas. Otras veces, tienes la suerte de ver cosas fantásticas al alcance de muy pocos. Pasas por momentos de querer dejarlo todo pero, siempre, en el último instante, aparece algo que hace que merezca la pena seguir. Y todo esto, por un simple objetivo: alcanzar la meta. Y, una vez que llegas, tu mayor ilusión es regresar a casa y poder compartir la experiencia con los tuyos.
Sendero del Parque Nacional del Prebaikal.
Merece la pena subir las cuestas sólo por ver la inmensidad del Lago Baikal a tus pies.
Merece la pena subir las cuestas sólo por ver la inmensidad del Lago Baikal a tus pies.
Amanecer a orillas del Lago Baikal. Un privilegio para quién puede verlo.
Vistas del Lago Baikal desde el sendero del Parque Nacional del Prebaikal.
Sin embargo, igual que España se convirtió en el país del ladrillo, la Ciencia en España es una carrera de fondo por un circuito de asfalto lleno de obstáculos: semáforos en rojo que te prohíben pasar; muros que te obligan a retroceder; cruces mal señalizados que te hacen perderte; baldosas mal fijadas con las que tropiezas y caes en medio de una multitud que, o gira la cara para otro lado o, se ríe de tu situación.
Fotografía tomada en Mumbai (India).
Si mi viaje al Lago Baikal fue un regalo, mi viaje a la India estuvo lleno de situaciones que me llevaron al límite.
Si mi viaje al Lago Baikal fue un regalo, mi viaje a la India estuvo lleno de situaciones que me llevaron al límite.
Ahora mismo, lejos de mi gran viaje al Lago Baikal, me pregunto para qué seguir. Supongo que, a pesar de todo, uno siempre piensa que puede encontrar una flor creciendo en mitad del asfalto y, eso es lo que mantiene esa ilusión de seguir para (si uno llega a meta antes de que, alguien sentado en un cómodo sillón en una oficina, dé por concluida la carrera) poder llegar a casa y decir que has visto una flor dando vida al asfalto. Y, si no llegas, volver sabiendo que lo has intentado, que lo diste todo a pesar de que alguien decidió, bajo su propio criterio que, tu esfuerzo no merecía ver la meta.
Desde Julio se lleva anunciando una publicación "inminente" de las convocatorias Juan de la Cierva, Ramón y Cajal y, Torres Quevedo, probablemente, la última esperanza para muchos de poder compartir la experiencia de formarnos en el extranjero y utilizarla para el avance de la Ciencia y, en general de la sociedad española. En mitad del mes de Octubre, la publicación sigue aún siendo "inminente". Hace unos días se publicó la suspensión de los contratos post-doctorales para salir al extranjero, al primera ayuda en el camino, para los que la hubiesen podido conseguir, de formarse en otros laboratorios fuera de España. Hoy se hace público un comunicado que, anuncia la suspensión de las becas predoctorales JAE del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, la mayor institución pública de investigación de nuestro país). Con esto, directamente, algunas personas ni siquiera podrán optar a participar en esta carrera para ser Científico.
Necesitaría volver al Lago Baikal para poder reflexionar sobre porqué queremos volver a un país donde los políticos nos gritan y nos escriben con letras gigantes que no nos quieren; que no les servimos para ganar votos; que no servimos para crear otro boom inmobiliario; que sólo servimos para crear conocimiento a corto plazo y, eso no les interesa; que el beneficio económico sólo lo damos a largo plazo, siempre más tarde de los 4 años que dura una legislatura.
En el Lago Baikal aprendí que hay momentos en los que hay que pararse a mirar alrededor, observar, pensar. Hoy, he sentido la necesidad de pararme.
* Cita de Groucho Marx