domingo, 26 de agosto de 2012

Viaje al Lago Baikal (I): en busca de algún lugar en el Lago Baikal


Además de la ley de Gravitación Universal, hay otras leyes, también universales no escritas que son el pan nuestro de cada día. Todas estas leyes se acumulan en un compendio de leyes llamado leyes de Murphy. En honor a  Edward A. Murphy Jr. que durante la década de los 50 del pasado siglo, “postuló” la Ley de Murphy: “si algo puede salir mal, saldrá mal”. 
Cuando trabajas en el laboratorio, debido a ese rigor experimental de los científicos que, obviamente, marca nuestros experimentos, las leyes de Murphy, siempre, siempre se cumplen. Y, esta vez, no iba a ser menos.
Tras un par de meses en los que ninguno de mis trabajos parecía avanzar, en uno de esos días de bajón en los que piensas que, si estuvieses en tu casa, el tiempo te resultaría más provechoso que intentando cambiar todo lo cambiable de un experimento para, lograr saber qué es lo que no está funcionando y, lo más importante, lograr ese resultado tan buscado. Pues, como iba diciendo, fue en un día de estos en los que, hablando con mi amiga Marta sobre un enlace de unos campos de trabajo organizados por una ONG rusa (Большая Байкальская Тропа, http://www.greatbaikaltrail.org/), acabamos embarcadas en un proyecto para mejorar unos senderos del Parque Nacional del Prebaikal.

Los experimentos no estaban funcionando así que, ¿podía tener mala suerte en otros aspectos de la vida? La respuesta es: ¡por supuesto! y, en este caso, además, era obvio, ¡habíamos decidido ir a Rusia! De las tres veces anteriores que había viajado con Marta a Rusia, en todas habíamos estado presentes en alguna desafortunada aventura. Y, “no hay dos sin tres”, “no hay quinto malo” pero, nadie ha definido qué ocurre la cuarta vez.

El primer problema llegó con la obtención de mi visado aquí en París. En Francia hay tres Embajadas Rusas donde solicitar que te tramiten el visado: Estrasburgo, Marsella y, París. Pero no todas son iguales y, la delegación de París es la que más documentación solicita (documentación que, además, no está indicada en la página web). Es evidente que no lo pongan en la web ya que, no tiene sentido esta diferencia de trato en función de qué Embajada te pille más cerca de casa pero, así es como, a veces, se entiende esto de la égalité por Francia. Por otro lado, conociendo la administración rusa y la francesa por separado, “no se puede pedir peras al olmo” cuando ambas convergen, obtener mi visado no fue fácil. Afortunadamente, cinco días antes de la fecha en la que debía de partir, me informaron de que mi visado estaba hecho y, que podía pasar a recogerlo.

Bueno, ahora sí, todo listo: visado, billetes, cómo-dónde y cuándo me juntaría con Marta y el resto de los integrantes de la expedición, mochila, etc.

Mi viaje comenzó a las 3 de la madrugada (hora local parisina) del 24 de Julio del 2012. Llegué al aeropuerto Charles de Gaulle una hora y media después de salir de mi casa en el 14e arrondisement. Esperé a que se abriesen los mostradores para la facturación, pasé todos los controles y, llegué a la puerta de embarque. Todo como la seda, ningún problema y sobre el horario previsto.
A las 13:15 (hora local en Moscú), llegué al aeropuerto de Sheremetyevo, 10 minutos antes de la hora prevista. Empiezo a sentir un cosquilleo en el estómago de los nervios que me produce siempre pasar en control de pasaporte en este país (fruto de ver, en mi primer viaje a Rusia como a una señora la llevaban los policías a la comisaría para retenerla allí hasta que saliese, unas horas más tarde, un vuelo de regreso a Madrid por un problema con el pasaporte). No obstante, paso el control sin problemas. Ahora, cruzo los dedos esperando que mi mochila salga y, ahí llega. La recojo y me dirijo hacia la oficina para cambiar dinero. 
¡Empiezan mis vacaciones!, ¿inmersión rusa? Me lanzo a hablar en ruso, primera prueba, las cifras. Resultado, satisfactorio. Lo siguiente, enterarme bien de cómo llegar desde este aeropuerto hasta el aeropuerto de Vnukovo. Parece que, estas situaciones en las que te tienes que apañar sólo, te hacen sacar de algún rincón del cerebro cosas que no usas habitualmente y, ¡información sobre cómo desplazarme entre aeropuertos con el uso de verbos de movimiento en ruso, entendida!
Al llegar al aeropuerto de Vnukovo, a eso de las 16:15 (hora de Moscú), me llama la atención que, en el control de seguridad previo a la zona de embarque no me piden ni siquiera que me quite las botas de montaña. Algo raro para ser un aeropuerto y, sobre todo, para ser un aeropuerto de Moscú.
El embarque se hace a la hora prevista, pero el avión no despega a las 19:55 como debería, sino 30 minutos más tarde. Bueno, tengo demasiado sueño así que, cierro los ojos y, duermo.
A eso de las 07:48, aterrizo en el aeropuerto de Irkutsk o, eso es lo que yo creía. ¿Un vuelo a Rusia sin anécdota? Eso, en mis viajes a este país, no existe. Por lo poco que entiendo a la chica rusa que está sentada a mi lado en el avión, hemos aterrizado en otro aeropuerto. A todo esto, tengo tal descontrol horario que, no sé exactamente qué hora es, tan sólo sé que, en París son las 00:48 h.
Al bajar del avión llegamos a algo parecido a una terminal en un aeropuerto que, parece un polideportivo (quizás más pequeño) con dos pisos y muchos tabiques para hacer varias salas. Lo mejor es que, no hay paneles informativos así que, no sé dónde estoy, no sé qué hora es, no sé qué va a pasar ahora. Afortunadamente, el aeropuerto tiene una terracita y da el sol. Envío un mensaje al móvil español de Marta, confiando en que los mensajes lleguen. Quince minutos después recibo respuesta con toda la información que debería saber: estoy en el aeropuerto de una ciudad llamada Ulán Udé, el avión no ha podido aterrizar en Irkutsk por razones climatológicas y, ¡no se sabe cuando saldremos hacia Irkutsk! así que, la expedición sigue su viaje sin mi, según el horario previsto y, cuando llegue a Irkutsk ya me dirán cómo llegar a dónde sea que tenga que llegar para unirme al resto.
Tras cuatro horas de espera en el aeropuerto de Ulán Udé, emprendemos rumbo hacia Irkutsk. Llego allí a las 11:10, voy a por mi mochila y, ¿ahora qué? No conozco a nadie y, no sé si tengo que esperar a alguien en el aeropuerto. Intento localizar a Marta pero su móvil está apagado o fuera de cobertura. En el mismo momento en el que, suma de mi cansancio y la desesperación, me iba a poner a llorar, apareció una chica que me preguntó si yo era Pilar. Era Sveta, una de las organizadoras de los proyectos.
Nos informamos del horario del autobús que hay para ir hasta Bolshoe Goloustnoe, un pueblecito en la costa occidental del Baikal. Una vez allí, siguiendo un sendero y caminando durante una hora y media, debería de llegar hasta el campamento donde se encuentra el resto. A las 16:00 (hora de Irkutsk) el autobús sale hacia este pueblecito a orillas del Lago Baikal. Y, ¡qué autobús! Unas cortinas digamos que, curiosas; la tapicería, peor que la del RER-B de París. Los que hemos llegado primero tenemos suerte, podemos ir sentados (un poco juntitos, eso sí, por si tenemos frío con estos 30 grados que hace en Irkutsk); los que han llegado más tarde y, aquellos que vamos recogiendo por el camino, en las supuestas paradas de bus (no indicadas), tienen que ir de pie.

Vista desde la última fila y, antes de que se llenase de gente, del autobús que me llevó hasta Bolshoe Goloustnoe

Al ver que el autobús para en cualquier parte, me empiezo a preguntar cómo sabré dónde me debo de bajar. Y, mis dudas empiezan a convertirse en dudas razonables y preocupantes cuando veo que dejamos una carretera para adentrarnos en un camino de tierra y piedras, lleno de baches. ¡Tengo la sensación de llevar siglos viajando! Creo que hasta ahora no he sido consciente de que, ¡estoy en Asia y en la Rusia muuuuuuuy profunda! Aún así, decido ir hasta la última parada que haya, al fin y al cabo, si hubiese tenido que bajar antes, ¡me lo hubiese indicado Sveta!
Por fin, a las 19:15, ¡llegué a Bolshoe Goloustnoe!, frente a mi, por detrás de las casas, ¡el Lago Baikal!

Mi primera imagen del Lago Baikal. Poco a poco me acercaba a mi destino.